Una semana que se siente como un mes

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Una semana que se siente como un mes

 

Sep 22, 2024

El informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos de las Naciones Unidas sobre Venezuela, publicado el martes 17 de septiembre, es enfático al describir la “maquinaria de represión” del régimen de Maduro. Muertos, detenidos, violaciones al debido proceso. Es parte de lo que ha documentado también el Foro Penal Venezolano. Esta bitácora narra cómo los abogados voluntarios de esta organización se han visto sobrepasados después de las elecciones del 28 de julio, y cómo la cifra de presos aumentó como nunca antes.

 

FOTOGRAFÍAS: EFE / CORTESÍA FORO PENAL

Día 1
29 de julio, 9:00 de la noche
1 muerto, 46 detenidos

El pequeño hijo de Gonzalo Himiob no entiende por qué papá ha llegado más tarde de lo habitual. Es un día inusual. El primero de muchos días inusuales. Ayer fueron las elecciones presidenciales y el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció como ganador a Nicolás Maduro. Los resultados no están en la página del ente comicial. María Corina Machado, líder de la oposición, aseguró hoy, pasadas las 6:00 de la tarde que, pese a los obstáculos que debieron superar los testigos de mesa, tiene el 73 por ciento de las actas que imprimieron las máquinas de votación, y que el ganador no es Maduro, sino Edmundo González, el candidato opositor.

Ha sido un día pesado. Miles de venezolanos protestaron en todo el país. Empezaron a salir a las calles y comenzó también la represión. Foro Penal —la organización que dirige Himiob junto con Alfredo Romero, y que ofrece asistencia jurídica gratuita y apoyo a familiares y víctimas de detenciones arbitrarias— se abocó a hacerle seguimiento a las personas detenidas.

Antes de hoy, su jornada laboral empezaba a las 8:30 de la mañana. En la oficina tomaban café, hablaban, planificaban la semana y revisaban y actualizaban la data y estatus de los presos políticos. Atendían a dos o tres personas cada día. Alrededor de las 4:00 de la tarde, los miembros del equipo dejaban el espacio de trabajo para volver a sus hogares.

Hoy, aunque es muy tarde, siguen trabajando. Son las 9:00 de la noche y la organización emite su 1er reporte postelectoral: 1 muerto y 46 detenidos.

Himiob, quien defiende derechos humanos desde hace más de dos décadas, no puede dejar de sentir que esta vez la represión es diferente. Lo comprobará pronto. Él mismo formará parte del equipo de abogados que defenderá a los nuevos presos políticos.

Esa noche volverá tarde a casa, preocupado, pensativo, con un poco de miedo. Durante los próximos días su familia lo verá cada vez menos: su hijito se preguntará constantemente por qué ahora papá llega a dormir más tarde.

Día 2
30 de julio, 10:00 de la mañana
6 muertos, 132 detenidos

Doce horas, casi 100 presos más. También 5 nuevos asesinatos: entre ellos 2 adolescentes de 15 y 16 años. Como siempre —y a la vez como nunca—, defensores del Foro Penal reciben reportes de detenciones. Tanto en Caracas como en los otros estados, todos siguen el protocolo que le ha dado credibilidad internacional a la organización.

Primero, reciben las denuncias por parte de los familiares; luego, un defensor activo (como llaman a sus abogados, la mayoría voluntarios) se moviliza al centro de detención para verificar la identidad y circunstancias de la persona privada de libertad. Después, ofrecen el apoyo legal y asesoría pertinente, elaboran el expediente. Es un estudio que se hace caso por caso, en el que se garantiza confidencialidad.

Hay mucho trabajo por hacer en muy poco tiempo. Comienzan a sumarse más voluntarios. En 2015, tenían casi 4 mil activos; antes de las elecciones, más de 5 mil. Pero ahora no saben cuántos, la dinámica no les ha permitido hacer un recuento.

En conjunto con otras organizaciones (como Justicia, Encuentro y Perdón, Laboratorio de Paz y Provea), informan que la cifra de fallecidos asciende a 11 personas. Piden que se investigue el uso de armas de fuego en las manifestaciones.

Los casos no paran de llegar. Dejar de registrarlos no es una opción: deciden quedarse a dormir en la oficina.

Día 3
31 de julio, 9:00 de la mañana
11 muertos, 429 detenidos

Han amanecido trabajando.

Durmieron, por turnos, en los muebles de la oficina. Se asearon como pudieron en los baños. Y siguen atendiendo denuncias, las 24 horas.

Son las 9:00 de la mañana y ya están publicando la actualización de la cifra del día anterior: el número de detenidos subió de 132 a 429. Personas de todas las edades, de todos los estratos, en todo el país. Sin embargo, a la par, Nicolás Maduro difunde una cifra distinta: dice que son 749 los detenidos.

¿A qué se debe esta disparidad? ¿Quieren desmovilizar a la gente infundiendo el miedo?, se preguntaron. No tienen respuestas, pero algo sí pueden garantizar: su registro continúa con la rigurosidad acostumbrada, verificando con cada familiar. Aunque el número de asesinatos no ha crecido ese día, el de detenidos no para de subir.

Y en ese registro, Himiob percibe un peculiar patrón.

Primero nota que muchas de las detenciones no están ocurriendo durante las protestas, sino después; también están deteniendo a personas que ni siquiera habían manifestado. Luego, nota que las aprehensiones ocurren en todo el país. Notará poco después que tampoco hay distinción de edades: tendrán casos de adolescentes que saldrán a comprar algo a la tienda y luego, sin justificación, serán apresados.

Las cifras —aunque muy abultadas— son más bajas que las oficiales. Himiob siente que esta escalada represiva es distinta a las del pasado. Lo confirmará los días siguientes, con el seguimiento que hará el equipo de abogados de Foro Penal en todos los estados, de forma mayoritariamente voluntaria.

Otra cosa más llama su atención: muchas personas son de sectores populares. ¿Acaso el gobierno está arremetiendo contra quienes han sido su bastión por años? ¿O acaso ya no lo son?, piensa.

Todos necesitan ser defendidos.

Esta noche también tendrán que repartirse los muebles.

 

Día 4 
1ro de agosto, 9:00 de la mañana
11 muertos, 672 detenidos

No importa cuánto les queme el sol el rostro: en Zona 7 solo hay penumbras. Madres y padres lloran por la detención de sus hijos y claman por su libertad, mientras Stefanía Migliorini los asiste legalmente. Estuvo el día anterior, volverá al día siguiente: siempre el escenario será el mismo.

La abogada nunca ha visto una cifra tan alta de presos políticos en tan poco tiempo: hasta el 30 de junio de 2024, Foro Penal registraba 287, producto de la represión de muchos años. Pero el día anterior le había dejado dos certezas a la coordinadora del equipo jurídico de Caracas: estaban ante una represión inédita y no iba a detenerse. En menos de un mes contarían el mayor número de detenciones registradas en la historia de Venezuela en el siglo XXI.

Su rutina ha cambiado por completo. No está pasando mucho tiempo en la oficina. En cambio, está metida todo el día en tribunales, en audiencias. Aquel padre que denunció la aprehensión de sus tres hijos, o aquel otro que reportó la detención de su hijo y su esposa (que no estaban protestando), la oprimen y motivan a la vez. También le da fuerza para estar lejos de casa, de su propia familia, mientras ayuda a otras.

Hoy, ya cuenta con más de 150 autorizaciones de representación de familiares que están privados de libertad, tan solo en la sede de la Policía Nacional en Boleíta (Caracas), que está llena de menores de edad. No ha caído el sol, a las 4:00 de la tarde, cuando ya la cifra de detenidos ha aumentado a 711 personas: 74 de ellos adolescentes.

Nicolás Maduro sostiene que son 1 mil 200 detenidos, en contraste con las 1.062 personas presas que horas atrás informó el fiscal general, Tarek William Saab.

A las 4:15, la organización reporta que se están haciendo audiencias telemáticas en Boleíta, sin permitirle a los privados de libertad la asistencia de abogados privados. Más temprano, al menos 75 personas habían sido trasladadas desde esta misma sede hacia Yare 3. Inmediatamente fueron imputadas.

Día 5
2 de agosto, 6:00 de la tarde
11 muertos, 835 detenidos

¿Qué hacer cuando el detenido es un miembro del equipo?

El día comienza con la desaparición —y luego confirmada aprehensión— de Kennedy Tejada, miembro voluntario del equipo de Defensores Activos de Foro Penal. El abogado, de apenas meses de graduado, fue al comando rural de Montalbán de Carabobo, donde vive, a preguntar sobre la presunta detención de algunas personas. Y terminó preso. Su mamá fue quien hizo el reporte; no había podido comunicarse con él durante horas, y en el comando negaban que el joven estuviese ahí.

Su nombre se suma a los registros de la organización: a esta hora, las 6:00 de la tarde, ya van 835 detenciones en total, con Carabobo —el estado donde vive Kennedy Tejada— y Distrito Capital, como las ciudad más afectadas, con 133 y 135 detenciones.

Más temprano, el mismo Alfredo Romero reportaba cómo a las afueras de Zona 7 aumentaba la cantidad de familiares porque cada vez llegaban más detenidos.

En este punto de la semana, los miembros del equipo se turnan los roles: unos van a los centros de reclusión donde hay presos por represión postelectoral (o se sospecha); otros atienden a los familiares en la oficina y los ingresan al sistema.

Familiar tras familiar, tras familiar…

Esa noche, muchos llorarían, gritarían de desesperación y cantarían el himno… mientras se llevaban a sus presos a Yare.

Día 6 
3 de agosto, 9:00 de la mañana
11 asesinatos, 891 detenidos

“Buenos días, cuando son las 8:49 de la mañana, me encuentro regresando a Caracas después de haber estado en el comando 443 de la Guardia Nacional, ubicado en El Rodeo (Miranda), donde se nos había informado de la presencia de 10 detenidos”. Jesús Marcano —a quien muchos conocen como El Abuelo— reporta por redes sociales su búsqueda matutina de privados de libertad. En esta ocasión, las personas presas habían sido trasladadas a la PNB de San Agustín del Sur (Caracas).

El Abuelo tiene 72 años y es el coordinador de los Defensores Activos (voluntarios). Llegó a Foro Penal en 2015, luego de haber estado detenido.

En 2014, como defensor de la democracia que, sostiene, su “generación no supo cuidar”, comenzó a acompañar a los muchachos que se concentraban —en modo de protesta— en el campamento cercano a las Naciones Unidas, en Altamira (Caracas). Salía del trabajo e iba a acompañarlos un rato, antes de volver a su casa en el oeste de la ciudad. El día que disolvieron el campamento, indignado, hizo un cartel enorme: “Se llevaron a nuestros muchachos, ahora nos toca a nosotros”, decía. Y se acostó todo el día bajo el sol, en el medio de la avenida Francisco de Miranda.

—¿Es que acaso vamos a dejar morir al abuelo ahí? —dijo uno, y otros lo secundaron, lo pararon del suelo, lo cubrieron con chaquetas, y lo bautizaron con el mote que conserva hasta ahora.

Por ello, en 2015, cuando detuvieron a cinco jóvenes manifestantes que se movilizaban cerca de Barquisimeto, él estaba con ellos, acompañándolos para que no viajaran solos, y cayó preso también. La detención duró 12 horas: una rápida descompensación de su salud, que le estaba provocando una hipotermia, hizo que lo liberaran.

—Usted se puede ir— le dijo el oficial del Servicio Bolivariano de Inteligencia.

—Yo entré aquí con cinco muchachos, y me voy con mis cinco muchachos— respondió él.

Por alguna razón, tal vez por su edad, cedieron.

Foro Penal estuvo apoyándolos. Al día siguiente de su liberación, Marcano fue a su oficina en Caracas y les dijo: “La única forma en la que puedo pagarles es ayudando a otros como voluntario”.

Y ahí sigue. Hoy su rutina consiste en atender familiares todo el día, en darles indicaciones sobre lo que deben y pueden hacer, y en organizar con ellos sus expedientes y defensas. Por ello hoy comenzó la jornada recorriendo centros penitenciarios.

Pasan las horas, se suman presos.

A las 9:00 de la mañana la organización reportaba 891 detenidos, a las 3:00 de la tarde ya eran 939.

Muchos de sus familiares pasaron ya por la oficina de Foro Penal, otros van llegando, otros se acercarán luego: los tribunales de terrorismo donde han imputado a los presos políticos se encuentran en Caracas, por lo que todos deben viajar desde el interior del país.

Y aquí, en estas oficinas llenas de abogados voluntarios, son y serán asesorados y consolados por El Abuelo.

 

Día 7
4 de agosto, 10:00 de la mañana
11 asesinatos, 988 detenidos

Una semana que se siente como un mes. Han pasado tantas cosas. Una oposición que publica las pruebas de que su candidato ganó; la proclamación exprés de un presidente. Amenazas y aprehensiones. Terror.

¿Qué pasará el día siguiente? ¿Cómo se vive en un país que experimenta la mayor escalada represiva de su historia? ¿Qué se hace con el miedo? Son preguntas que se hace Gonzalo Himiob desde el 28 de julio. La respuesta es siempre la misma: se usa como trampolín para seguir ayudando.

Su equipo piensa como él. Aunque la violencia golpee: mañana, a las 8:00 de la mañana, la cifra habrá superado la barrera de los 1000 privados de libertad.

Un mes después
3 de septiembre, 9:00 de la mañana
1 mil 585 detenidos (desde el 28J)

En la recepción, se registran 2 personas recién llegadas de Ciudad Guayana; adentro aguardan al menos 10 más, y ya otras 2 se fueron con indicaciones. Ayer vinieron familiares desde Upata, Punto Fijo, Trujillo, Barinas y Mérida. Es raro que la sala —de 2 amplios muebles y 4 mesas con sus sillas— no esté atiborrada. Marcano lo atribuye a la lluvia: el día anterior no tuvieron descanso. Aun así, son apenas las 10:30 de la mañana y El Abuelo sabe desde ya que la jornada será larga.

Hasta el 26 de agosto, Foro Penal registraba 1 mil 581 detenidos: 1 mil 780 presos políticos si se suma a los que ya tienen meses o años padeciendo. Del total: 230 eran mujeres y 1 mil 550 eran hombres; 1 mil 624 eran civiles y 156 militares; 1 mil 666 eran adultos y 114 eran adolescentes. Habían sido excarceladas 107 personas detenidas en las protestas postelectorales, 86 de ellas menores de edad; pero 149 personas más habían sido condenadas por terrorismo y otros delitos.

De 2 o 3 personas que atendían antes, pasaron a atender entre 40 y 50. Si antes salían a las 4:00 de la tarde, ahora apenas a las 5:00 están almorzando, para soportar la jornada hasta las 9:00 0 10:00 de la noche. En 10 años de labor nunca habían tenido que dormir en la oficina. Los teléfonos no paran de sonar, las notificaciones de WhatsApp tampoco; alguien imprime formularios, mientras otra persona llama por teléfono a un familiar para saber (y actualizar) la hora de liberación de un exdetenido y conocer las medidas cautelares dictadas.

Durante el apagón nacional del viernes 30 de agosto, lo único que faltó en esta oficina fue la luz, no el trabajo: aprovecharon la falta de comunicación para hacer traslados masivos sin avisar a los familiares.

Pese al miedo. Porque no han dejado de sentirlo. Miedo e incertidumbre.

El que está dentro de las cárceles, pero también el que está afuera: las madres que se quedaron solas, los padres que se quedaron solos, los niños que están ahora sin su mamá ni su papá. Como unos vecinitos de Marcano —de 13, 5 y 3 años— que están siendo alimentados por la comunidad: su mamá fue sacada a golpes de la casa por 40 uniformados, aunque no hizo nada. O como aquella mamá de tres, que vive en un barrio, y que no sabe cómo mantenerlos sola porque mataron a su esposo. O como sus propias familias, sus hijitos, que no entienden bien qué pasa ni por qué. Por los hijos que tuvieron que migrar.

Por los días por venir.

Por los días que transcurren: pese a las excarcelaciones, de los 1 mil 834 presos políticos hasta el 16 de septiembre —el último registro hasta la fecha— 1 mil 692 corresponden a las protestas postelectorales y 60 siguen teniendo entre 14 y 17 años.

Aun así tienen una certeza y de ella se abrazan: el mal no descansa, pero el bien tampoco.

 

 

 

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